HISTORIA DE LA CASA

LA HISTORIA DE ESTA CASA
por  Manuel López Cepeda

La calle «Ancha», la primera avenida nacida con la Ciudad, fue el orgullo urbanístico de Córdoba, es verdad que no poseyó hasta recién muy avanzado este siglo, edificios de alta expresión arquitectónica. En la segunda mitad del siglo XIX recién se le añadió el teatro Rivera Indarte, el edificio de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, cuyos muros mandó levantar Sarmiento y otros, como el Obispado diocesano, la Basílica de Santo Domingo, la casa de tres pisos de don Pedro Funes. El resto fueron casas de familia de no mucha arteria tuvo más humilde denominación, «la calle de la Acequia» se la llamaba por que por allí cursaba ese modesto sistema de riego, el único de que disponía la naciente aldea cuyos habitantes hacíanse su higiene, sed con el precioso e impuro elemento que tenía tanto valor quizás por que era más avaro ya que unía a su escasez el hecho de que no todas las viviendas poseían pozos con sus alegres roldanas o aljibes. También se la nombraba como la calle de Santo Domingo y en la época de la organización, la Municipalidad le puso el nombre de calle de «Los Representantes»  para cuando la calle San Martín adquirió el nombre del Libertador el de General Paz que llevaba la arteria central conjuntamente con la Plaza Mayor, pasó a ser la de la calle «Ancha», en toda su extensión, es decir, desde la esquina de San Juan hasta el río y recién en 1897 cuando se erige la estatua de otro cordobés ilustre, el Dr. Dalmacio Vélez Sársfield, la nomenclatura de la gran arteria se divide en Deán Funes, quedando la fracción que va al norte con el nombre del insigne táctico y el resto para el sur, el del no menos insigne cordobés y codificador.
Por lo demás toda la arteria hasta muy avanzado el siglo presente es distinguida por casas de familia, muy escasos comercios y dos teatros, el Argentino, primero, y el Rivera Indarte más luego, sin olvidar la Cárcel y e Cuerpo de Bomberos que existieron donde hoy se levanta la Escuela Olmos. La calle hasta fin del siglo anterior estuvo pavimentada de canto rodado;  el 19 de Diciembre de 1890 vio cruzar proceloso y arrollador el desbordamiento de la Cañada en aquella noche aciaga y más tarde escenario de guerrillas políticas con tiros y sangre con que la civilidad dirimía sus pleitos, y como olvidar el Hotel de La Paz, el Bazar de Don Pepe Bas y el almacén de su hermano, Don Bernardo, eterno cantón de las revueltas constantes.
En otras horas era una perspectiva apacible, mansa y distinguida, bordeados sus cordones con acacias que en la primavera brindaban su tenue perfume y sus flores arracimadas, olorosas, de color entre blanco amarillento, marfil y ámbar. Los corsos, algunos de flores, y de noche, sus amplias veredas y discretos balcones, especialmente en el verano, brindaban a los vecinos su sitio de agradable refugio, con sus coloquios, sus mirillas, su tijereteo y su política, que no por pura fantasía llegó a llamársele la «calle del medio» ya que alguien, conspicua e inolvidable, contribuirá a resolver en forma feliz y muy utilitarista problemas partidistas, cordobeses, ya procedieran del «Régimen» ya de la «Causa».
Bueno pues. A esa calle tan familiar de Córdoba, la calle «Ancha», corresponde esta historia, pero muy particularmente a esta casa señorial que ahora es ya la Sede del Museo Genaro Pérez, honor que se tributa a la memoria del insigne maestro de la pintura, el viejo artista de recuerdo glorioso. Y esta casa es la que lleva los números de 33/47 de la numeración actual.

LA CORRELACIÓN
Pero la correlación no resulta de excesivo abundamiento si proporcionamos noticias sobre la fracción de la finca aludida que perteneció en mayor extensión en el repartimiento que el fundador hiciera de, los cuartos de manzana en que se adjudicó la histórica fundación que el año pasado cumplió su Cuarto Centenario. Diego de Funes, fue el feliz adjudicatario y quien según parece, no perteneció a la legión que acompaña al fundador, sino que arribó un poco después entre los que vinieron a la mesa servida con el loable propósito de afincarse y cooperar al crecimiento de la nueva Villa.
De aquella fecha ha pasado por debajo de los puentes del Suquía agua de cuatro siglos. Sería minuciosa tarea seguir la total traslación del dominio de esta finca, pero desde donde alcanzan nuestros apuntes, para no decir nuestra memoria, podemos establecer que el 18 de febrero de 1866, el vecino don Luis Figueroa, vendió el baldío a don Alejandro Montes, quien al morir dejó en herencia a su mujer, doña María Jesús Neiro de Montes, lo que fue elevado a escritura pública el 15 de abril de 1887, en la escribanía Nº 3, del titular Félix M. Rodríguez.
La viuda de Montes transfiere el inmueble a don Absalón Ibarra, 13 de mayo de 1891, y al fallecer éste la propiedad pasa a dominio de su hijo del mismo nombre Absalón, en el sucesorio tramitado en la Capital Federal ante el Juez Civil doctor Garay, secretario Felipe Arana, acto jurídico protocolizado, en la escribanía del mismo Félix M. Rodríguez. Este señor Ibarra transfiere la propiedad al señor Eduardo Deheza, el 16 de septiembre de 1895 en acto labrado ante el escribano don Felipe Peralta adscripto del Registro Nº 3 del prenombrado Félix M. Rodríguez.  Y fallecido el Señor Deheza, corresponde en su sucesorio a cuatro de sus hijos menores, Ofelia, Elisa, Rita y Amelia Deheza, quienes son representados por su señora madre, doña Teresa Pinto, con venía judicial, en escritura que labra el mismo escribano Peralta con fecha 24 de enero de 1905 se transfiere el inmueble en 29.000 pesos, al doctor Félix T. Garzón quien era en ese entonces, vice gobernador en fórmula que encabeza don José Vicente de Olmos. Ya en esa época, el doctor Garzón soñaba con ser gobernador y con eso sueño adquirió la importante finca que tuvo y aún lo conserva, un frente de 20 metros y un fondo de 65 metros 805 m2., extensión que se presta para ostentar la hermosa construcción actual.

«DOMUS AUREA»
Añadamos a esta noticia histórica, que la actual construcción tuvo su antecesora en una antigua edificación, con una entrada por el lado norte, con piedra bola de pavimento y algunas modestas habitaciones. En ella, durante épocas del siglo pasado y comienzos del presente hubo algunas cocherías y la última, la de don Silencio Córdoba que le añadió el servicio de sepelios, coches de plaza y de remisse.
También explotaron el ramo, antes de aquel un Gómez, y los hermanos Denes, Servando uno de estos.
El doctor Félix Tomás Garzón estaba casado con su prima hermana, doña Carmen Garzón Gómez de Garzón.
Así como su marido fue un hombre apacible, tranquilo, cuya mayor actividad la rindió a la cátedra universitaria, la política y su estudio de abogado, la señora muy atrayente, enérgica y emprendedora impuso su dinámica en el hogar.
Perteneció a ella la idea de la construcción del actual palacete, que debió ser amplio, de fina arquitectura pues, que vendría a asumir alto rango social y político en la vida de la Ciudad.
Así pues, fue encomendado el proyecto a dos autoridades en la materia, el ingeniero Lanusse y al arquitecto francés Harry, quienes elaboraron una hermosa concepción singular para la ciudad, en aquel tiempo solamente superada por el palacio del Dr. Martín Ferreyra. El palacete de Garzón, de puro estilo francés precedido por una magnífica verja frontal estilo Luis XVI y dos portalones del mismo sello se levantó rápidamente. El constructor don Osvaldo Payer fue el alarife y su trabajo objeto de la mayor ponderación. En los primeros meses del año 1910, estuvo terminado y si su frente fue atrayente y suntuoso no lo fue menos su interior franqueado por rica puerta de madera importada, gran recibimiento, escalera de honor y demás dependencias, parquet, muros con una hermana del dueño de casa. En fin, su estado actual no difiere del de su tiempo inicial, puesto que no obstante de los distintos usos que ha tenido, ha sido siempre conservado con el mayor cuidado y esmero.
Tuvo la suntuosa morada bautizo, de buen rango, pues que se lo practicó con una fiesta de alto significado social y político, en diciembre de 1910, siendo ya gobernador el Dr. Garzón. Asistió al acto el presidente de la Nación Dr. Roque Sáenz Peña, sus ministros, el del Interior, Dr. Indalecio Gómez y de Justicia e Instrucción Pública Dr. Juan M. Garro, tan vinculado a la sociedad cordobesa, como a sus círculos universitarios,  periodísticos.
La alta sociedad de la ciudad y algunas figuras de la aristocracia metropolitana figuraron también entre la conspicua concurrencia y quizás en alguna «impasse» del sarao el ilustre huésped y primer mandatario nacional expresó y amplió sus ideas sobre la ley electoral que vendría elaborando y de la que había anticipado en esquema el gobernador de Córdoba, en aquella histórica carta que le dirigiera como singular privilegio había el destinatario cordobés por ser jefe de gobierno de la provincia que era jefe espiritual y geográfico de la República.
Apagados los rumores de la fiesta que dejó ecos memorables, la mansión continuó envuelta en el rumor familiar. Hijos y otros familiares continuaron disfrutando su confort creciendo y multiplicándose los hijos, solamente una niña que falleció joven, mientras, los varones venían año a año, al punto de que al anunciarse el próximo advenimiento del postrero, hizo decir al padre prolífico dirigiéndose a la partera:

– Mire, madama, si el que viene es nuevamente varón, tuérzale el pescuezo!

Terminando el gobierno el Dr. Félix T. Garzón, y no habiendo florecido las finanzas particulares del mandatario, se vio precisado a dar esa valiosa casa en arrendamiento yéndose a vivir con su familia a la casa de la calle Arturo M. Bas, en frente del paseo. En la de la Avenida instaló su despacho y residencia el primer gobernador de Córdoba elegido bajo la éjida de la ley Sáenz Peña. En ella fue regido el destino de la provincia por uno de los gobiernos más progresistas, el que se caracterizó muy principalmente por la realización de una gran obra caminera. La primera se refirió a la ruta a Mina Clavero que fue como un alto monumento de las realizaciones de Ramón J. Cárcano, sin olvidar otro orden, la ejecución por ejemplo, del parque Sarmiento que tuvo como principal artífice al Ministro de Obras Públicas, Martín Gil, insigne humorista y realizador inolvidable.
En su destino de sede de gobierno se prolongó poco la casa de la Avenida, puesto que fenecido el período gubernamental aludido, 1913-1916, cambió de filiación política y advino otro partido, 1916-1919, época de binomio Loza-Borda, correspondiéndole al Dr. Julio C. Borda completar el período. Al Dr. Eufracio S. Loza le pareció excesiva la suntuosidad de la ex-morada de Garzón y trasladó la sede del gobierno a la vereda de enfrente, instalándose en una vieja y soleada casona, que había pertenecido a don Doroteo Olmos. La finca escogida para sede del gobierno de la provincia tenía su salida y despacho por la calle Rivera Indarte, el viejo edificio para un gobierno del origen del que presidía el Dr. Loza. la casa del Dr. Garzón se cerró entonces y deshabitada continuó hasta el 17 de mayo de 1925, a cargo de un cuidador y administrada por el Banco Hipotecario Nacional que la había recibido como dación en pago de su propietario.

img214

DESPUES DEL INTERREGNO
En 1925, también en mayo, la suntuosa residencia se reabrió y su nuevo ocupante es otra vez, el gobernador Cárcano que inicia en ella el segundo período de su gobierno, mientras que en la planta fija su residencia el secretario del mandatario. Desde entonces ya n se extingue el destino oficial de la finca, pues, de 1928 prosigue ocupándola para su despacho el gobernador, doctor Enrique Martínez, quien permanece poco en el cargo, puesto que electo vice presidente de la Nación, es sucedido en aquella función por el vice gobernador, doctor José Antonio Ceballos.
En 1930 va a ocupar esa sede el interventor nacional Dr. Carlos Ibarguren, cuando es abatido Ceballos por la revolución del 6 de setiembre. El Dr. Ibarguren actúa solamente unos meses, renuncia y se marcha para Buenos Aires, reemplazándolo su Ministro de Gobierno, Dr. Enrique Torino y vuelto el orden político, en 1932, se inaugura el período que preside al Ingeniero Emilio Olmos que actúa escasamente dos meses en su cargo, pues fallecido a los 60 días de ejercerlo, es reemplazado por el vicegobernador Dr. Pedro J. Frías que termina el período en 1936.
El Dr. Frías delega en febrero de ese año y como su sucesor el Dr. Amadeo Sabattini alimenta sus escrúpulos, no quiere asumir el gobierno por respeto la disposición que establece como fecha para ello, el 17 de mayo aquella transmisión se efectúa en los presidentes de la Legislatura, quienes continúan ocupando la casa de la Avenida y recién, el 17 de mayo de dicho 1936, el nuevo gobierno se hace cargo del poder y poco después, lo instala en la amplia casa de la cuarta cuadra de la calle 27 de Abril, propiedad de la Provincia, edificada en 1890, por orden de Cesáreo Ordóñez, tronco de una antigua familia cordobesa.

img212

DESTINO MUNICIPAL
La finca de Garzón, pasa entonces a ser sede de la Comuna, el «Hotel d´Ville». Es arrendada por el entonces flamante intendente, Dr. Donato Latella Frías, que había asumido el cargo el 1º de Mayo de ese año y venía atendiendo su despacho en el edificio del hoy Palace Hotel, sudeste esquina San Jerónimo y Buenos Aires. La Municipalidad paga ochocientos pesos mensuales por la casa de calle «Ancha».
En el año 1937 es cuando el Dr. Latella Frías establece su despacho en el palacete Garzón y al ir a terminar su segundo período de Intendente, en abril de 1943, la finca es puesta en subasta pública por disposición del Directorio del Banco Hipotecario, siendo designado martillero el señor Mario Aliaga. El mejor postor es la Municipalidad, representada por el secretario Dr. Alfredo Gordillo que la adquiere en $ 145.000, operación que es elevada a escritura pública en el Registro Nº 136, a cargo del escribano don Tristán Alberto Malbrán.
El 4 de Junio de 1943, se produce el hecho revolucionario que pone fin a los poderes electivos y los de orden nacional, provincial y municipal y la dirección de los mismos es puesta en manos de delegados federales. Así la Municipalidad de Córdoba pasa a manos, sucesivamente, del coronel Minervino Novillo Saravia, Dr. Remigio Bustos Morón, Ing. José Luis Zavalía, arquitecto Julio V. Otaola, Dr. Américo Moreno, Dr. Tomás Diego Bernard, Dr. Tomás F. O´Neill, Ing. Juan M. Taboada, teniente coronel (R) Pablo Danielle, escribano Jorge Vaca Narvaja, señor Carlos A. Sánchez Echagüe, señor Pío Pablo Giraudo, Dr. Bernardino Pereyra Cáceres, escribano Roberto Morcillo, señor Luis D. Ricondo, Ing. Rosendo Gil Montero, Dr. Jorge Enrique Martorell, señor Washington Jáuregue, nuevamente el Dr. Martorell y finalmente el señor José Bartolo Posada, todos los cuales Comisionados Municipales mantienen su despacho en la casa de la calle «Ancha». Asimismo ocurre con los siguientes intendentes electos a partir de la nueva Constitución provincial de 1949, cuando resultan elegidos, el señor José Bartolo Posada y el señor Manuel Martín Federico que desempeña sus funciones ahí mismo, y se inician las obras para la construcción del actual Palacio Municipal en frente del Paseo Sobremonte. Mientras esta gran obra es terminada, duró su construcción diez años, continúan atendiendo su despacho en la Casa de la Avenida Gral. Paz, los intendentes señores Manuel Martín Federico, 1951-1954, doctor Leonardo Obeid que ejerce la intendencia hasta el 16 de setiembre de 1955. El doctor Obeid concibió la idea de construir una avenida diagonal que partiendo de calle 27 de Abril y la nueva casa municipal, conectaría con la Avenida General Paz y 9 de Julio, lo que no llegó a ejecutarse.
El ingeniero Emilio Olmos es llamado a regir los destinos de la Municipalidad, a partir de ese mes de setiembre de 1955 quien se desempeña hasta octubre de 1957, cuando es sustituido por el doctor Horacio J. Ferreyra que actúa hasta mayo de 1958 en que vuelven al gobierno autoridades electas. Es el doctor Gilberto Horacio Molina quien resulta designado intendente municipal de la ciudad y quien permanece en sus funciones edilicias, tareas que se ven interrumpidas por la ley del Congreso de la Nación, 1960, de intervención a la provincia y vuelve a regir la Comuna el sistema de Comisionados tocándole desempeñarse en este cargo al contador don Calixto A. Maldonado, quien se desempeña del 28 de junio de 1960 hasta el 30 de abril de 1962. Por esa época queda habilitado totalmente el nuevo Palacio Municipal. El 6 de Julio de 1961, 388º aniversario de la fundación de la ciudad de Córdoba, el Comisionado señor Maldonado realiza la inauguración del actual Palacio Municipal.
A partir de esa fecha el edificio de la Avenida General paz ha tenido distintos destinos, pero todos ellos vinculados a organizaciones dependientes de la Municipalidad. Este mismo Museo Dr. Genaro Pérez, la Dirección de Cultura, el Concejo Deliberante, etc. han estado aquí.
El actual Departamento Ejecutivo ha querido devolver su rango al Museo de Arte Dr. Genaro Pérez, concediendo este edificio para establecer en sus ponderables sus valiosas galerías y coincide la decisión con la celebración del 394º aniversario del nacimiento de la muy ilustre ciudad de Córdoba, cuyo progreso sorprende y asombra no solamente a sus hijos y vecinos sino también a todo el País.
La ya vieja casa que acaba de ser remozada, pero manteniendo todo su rango arquitectónico, su tono y su belleza interna y externa, continuará siendo un adorno y una atracción para la ciudad y para el turismo que llega a Córdoba en busca de emociones espirituales y de belleza y atraído por una historia que tiene la virtud de prolongarse a través del tiempo y de renovarse por influjo del progreso de que la ciudad de don Jerónimo Luis de Cabrera es un ejemplo y una muestra extraordinaria de los adelantos humanos.

Córdoba, 6 de julio de 1967.

PARA DESCARGAR MÁS INFORMACIÓN: CLICK ACA  o CLICK ACA